lunes, 3 de agosto de 2009

Autores varios. Libro de oro. Obras ganadoras de las Bienales de Cuento «Premio Copé» (1979-2008). Ediciones Copé. Lima, 2009. 312 pp.

Presentar un libro resulta ser una tarea difícil, más aun si se trata de una obra que reúne las voces de un conjunto de autores. Y el encargo se convierte en un verdadero reto si detrás de este libro existe un pretexto superior a la voluntad individual, al deseo personal o una intencionalidad explícita, es decir, al interés de un individuo. Libro de oro. Obras ganadoras de las Bienales de Cuento «Premio Copé» (1979-2008) no es una antología, pues es producto de una «selección natural» que empezó hace treinta años, bajo el nombre de Premio Copé de Cuento 1979, que luego se definió con precisión como Bienal de Cuento, y hoy —gracias a una reciente actualización de la Política Cultural de Petroperú— se denomina Premio Copé Internacional. Y si hay que hablar de personas, porque en asuntos de materia literaria lo apropiado es reconocer el crédito a los individuos, en esta historia brilla el nombre de Pedro Cateriano, impulsor del Premio Copé, y miembro de los Jurados Calificadores desde 1979, como representante de Petroperú.

Libro de oro es la suma de quince voces, pero que, a diferencia de una antología, es la reunión justa e incuestionable de cuentos del mismo número de autores que fueron escogidos por Jurados Calificadores compuestos por escritores, críticos literarios, intelectuales y promotores culturales de primer nivel. Pero también Libro de oro es parte de otro gran proyecto cultural de Petróleos del Perú: el sello Ediciones Copé. Y este sello editorial forma parte de una historia más intensa: la historia de Petroperú, la petrolera estatal peruana que este año celebra sus cuatro décadas de vida institucional.

Pero Libro de oro forma parte también de una historia mayor, por lo trascendente y ancestral. El vocablo «copé» era usado hace muchas generaciones por los habitantes de los territorios que hoy forman el Perú para referir a la brea. Esta sustancia se utilizaba para iluminar y calentar, y para curtir cueros y tratar sogas y aparejos. Tenía también un uso mágico-religioso, cuando se aplicaba en el rostro, para obtener un mayor poder sobre los hombres y la naturaleza. Este término perteneciente a un idioma que hoy no existe, que ya murió, lengua que era empleada en la actual zona norte del Perú, nos recuerda lo frágil que es una existencia colectiva, lo expuesta a la desaparición que está una cultura. Gracias a las crónicas, recogidas en libros, este término ha llegado hasta nuestros días. De hecho, fue registrado por primera vez en el Diccionario de la Lengua Española en 1925, es decir, en la decimaquinta edición. Y hoy, esta sugestiva palabra, representa exitosamente en el ámbito de la cultura, lo que Petroperú lleva a cabo como parte de su misión corporativa.

Sin ninguna duda, la mejor manera de celebrar el trigésimo aniversario del Premio Copé, en el contexto de los cuarenta años de vida institucional de Petroperú, es con la publicación de Libro de oro. Circunscribir la celebración a un acto meramente protocolar, con palabras bonitas de compromiso y un brindis, hubiese sido traicionar el espíritu y mística de un proyecto que trasciende un individuo en particular o una gestión. La aparición de un libro siempre es motivo de celebración, pero en el Perú es causa de doble festividad, pues lo que justamente hace falta en nuestro país son libros, son lectores. La promoción del libro y la difusión de la lectura no son acciones recientes que obedecen a una moda en Petroperú. Se trata de una preocupación que comienza en 1969 y que no debe ser detenida. Lo que hace falta en este país son lectores, y estos requieren de libros. El libro es el mejor instrumento para combatir los principales males que impiden que el Perú deje de ser un país tercermundista, con ciudadanos que no consiguen despuntar ni darse su lugar ante lo foráneo.

En este sentido, la aparición de Libro de oro es una excelente señal de que Petroperú marcha por muy buen camino. Este libro, aparte de hablar muy bien de la narrativa peruana, dice mucho, en el sentido más positivo de esta expresión, de la Alta Dirección de Petroperú, de sus gerentes, funcionarios y trabajadores. ¿Cuántas empresas pueden sentirse orgullosas de contar con una política cultural que apoya decididamente el arte en sus diversas expresiones, que se interesa por la identidad nacional e historia del país, y que promueve el libro y difunde la lectura?

La publicación de Libro de oro no debe pasar por la típica banalidad del lanzamiento editorial, tan lleno de frivolidad comercial y publicitaria. Este nuevo título de Ediciones Copé es, en principio, un tributo al poeta Wáshington Delgado, el ganador de la I Bienal de Cuento en 1979. Él ya no se encuentra en este plano de la existencia, pero continúa vivo, gracias a la magia de la literatura, que nos permite aún disfrutar de la fuerza de su voz, de su expresividad poética, y de su indiscutible talento para hacer de los individuos mejores personas tras el tamiz de la lectura de sus textos.

Pero Wáshington Delgado no es el único que nos conmueve con su extraordinario cuento «La muerte del doctor Octavio Aguilar». Están también Julio Ortega, con «Avenida Oeste», ganador de la II Bienal de Cuento 1981; Óscar Colchado, con «Cordillera Negra», ganador de la III Bienal de Cuento 1983; Cronwell Jara, con «La fuga de Agamenón Castro», ganador de la IV Bienal de Cuento 1985; Luis Enrique Tord, con «Cide Hamete Benengeli, coautor del Quijote», ganador de la V Bienal de Cuento 1987; y Eduardo Paz Esquerre, con «La iniciación suprema de Guacri Caur», ganador de la VI Bienal de Cuento 1989.

Asimismo, Luis Nieto Degregori, con «María Nieves», ganador de la VII Bienal de Cuento 1992; Yuri Vásquez, con «Cuando las últimas luces se hayan apagado», ganador de la VIII Bienal de Cuento 1994; Carlos Schwalb, con «Fuego», ganador de la IX Bienal de Cuento 1996; Fernando Iwasaki, con «El derby de los penúltimos», ganador de la X Bienal de Cuento 1998; José de Piérola, con «Lápices», ganador de la XI Bienal de Cuento 2000; Gregorio Martínez, con «Guitarra de palisandro», ganador de la XII Bienal de Cuento 2002; Luis Alfredo Espinoza, con «Historia del jabón», ganador de la XIII Bienal de Cuento 2004; Selenco Vega, con «El mestizo de Las Alpujarras», ganador de la XIV Bienal de Cuento 2006; y Pedro Ugarte Valdivia, con «Relámpago inmóvil», ganador de la XV Bienal de Cuento 2008.

Libro de oro será definitivamente un referente de la narrativa peruana reciente, un muestrario que se convertirá en material de consulta y estudio para quien desee abordar seriamente lo que ocurre con el cuento peruano en las últimas tres décadas. Y en otro nivel, es una obra emblemática de la responsabilidad social corporativa de Petroperú en el ámbito de la cultura; un título que resume y expresa un gran proyecto que ya cuenta treinta años, el reflejo concreto de las tres primeras décadas del concurso literario más importante del Perú, y que lejos de significar el fin de un capítulo, supone continuar con mayor ímpetu este estímulo a la creación literaria, consiguiendo con ello transmitir una señal muy positiva de lo que Petroperú ha hecho desde su fundación: mover con su energía a un país, y apoyar con inusual sensibilidad corporativa en nuestro medio proyectos artísticos y editoriales, con el convencimiento de que esta inversión no es un gasto ni derroche, y que marca una diferencia ante empresas incapaces asumir la responsabilidad que les toca ante su comunidad. Esa pequeña diferencia es lo que hace verdaderamente grande a Petroperú.